Saturday, February 4, 2006

Arigatoo (Arigatou)

Si el alumno reprueba es - también - responsabilidad del profesor . . .

Hay una anécdota que encontré hace muchos años atrás mientras buscaba temas de fotografía , he vuelto a encontrar esta anécdota varias veces en el transcurso de los últimos años y siempre la leo como si fuera la primera vez que lo hago ... son muy pocos los textos que recuerdo de esta manera.

Y siempre que la encuentro me sorprende también el que haya perdurado tantos años considerando la cantidad de páginas que aparecen y desaparecen todos los días. Pero finalmente lo importante de esta anécdota es acerca de la cuota de responsabilidad que todos tenemos sobre nuestros actos ...


Si bien he copiado el texto de la anécdota aquí por el miedo de que esta se pierda definitivamente uno de estos días, traten de leer el mismo en su ubicación original : Fotovés : Arigatoo (Una experiencia personal)



Arigatoo (Una experiencia personal) por Oscar Pinto
(Correcciones mínimas de mi parte, principalmente tildes)

W atashi wa Oscar Pinto desu, hajimemashite, doso yoroshiku. Esas fueron para las primeras palabras en japonés que aprendí. Significa: Me llamo Oscar Pinto, mucho gusto de conocerlo.

¿Por qué aprender japonés? Esa fue la primera pregunta que me hizo mi madre el día que me aparecí en casa con un folleto del Instituto Cultural Peruano Japonés. Creo que todo comenzó muchos años antes, cuando a los doce años en plena fiebre de los héroes de los niños nipones Ultraman y Ultra Siete, fui a mi dentista quien era un nisei. Él tenía en su consultorio revistas sobre estos personajes, pero ¡oh desgracia!: todas estaban en japonés.

Desde ese día siempre me llamó la atención los hiraganas y kanjis del este idioma. Ver esos garabatos incompresibles que decían algo, fue una de las incógnitas que siempre guarde para mi.

Paso el tiempo, la universidad y el trabajo marcaron las pautas de mi vida pero el deseo de saber estaba dentro de mí. Armándome de valor y con mucha ilusión me matriculé en el instituto a pesar de los ruegos de mi madre que me pedía que aprenda inglés.

El primer día de clase fue para mi todo un acontecimiento. Por fin podría descifrar los ideogramas que tanta curiosidad me producían. Llegue quince minutos antes, el salón estaba vacío, las paredes lucían con laminas de hiraganas, un mapa de Japón y unos afiches de Kioto. Contra toda costumbre me senté primero. Pasaron minutos y llegaron los que serian mis compañeros de clase. A excepción de una chica, que luego fue mi amiga Celeste, todos tenían ojos rasgados.

5:30 pm, en punto hizo su ingreso mi profesora. Akamine sensei, era una mujer madura, alta, delgada y simpática, con una sonrisa enorme que contrastaba con sus ojitos rasgados. Akamine empezó la clase con un japonés fluido, nada en español, de entrada me sentí como pez fuera del agua.

Pasaron los tres meses que duraba el ciclo, todos los días llegaba primero, con mucho esfuerzo hacia los trabajos pero en los exámenes la realidad era dura. Tres notas debajo del promedio me condenaron a ser el único del salón que réprobo el nivel A-1. Ese día recibí mi primera lección de vida que me marco profundamente. En el salón luego de saber las notas mi sensei repartió premios a todos los que habían destacado en algo: premio al que hablaba mejor, premio a la más alta nota, premio al que nunca había faltado y había hecho todas las tareas: Pinto san. Si yo recibía un premio, estaba desaprobado pero me otorgaban un premio, la profesora reconoció mi esfuerzo, no lo niego, una lagrima corrió por mi mejilla y aun corre al recordarlo. Primera vez que veía el reconocimiento al esfuerzo del que no llega a la meta.

Salí del instituto tan triste que no me di cuenta que mi sensei venia tras mío. - ¡Pinto san, Pinto san! - me llamaba. Iba a recibir la segunda lección.

* Pinto san, yo humildemente le pido disculpas porque usted ha desaprobado el curso. Dijo mientras se tomaba las manos e inclinaba la cabeza.

* No, sensei, no se preocupe, yo he sido mal alumno. Usted no tiene la culpa. Respondí asombrado por su actitud que no se ajustaba a la de ningún profesor conocido por estos lares.

* No, Pinto san, yo he sido mala profesora. Pero ¿por qué aprende usted japonés?, ¿Quiere ir a Japón?

* No, nunca soñé ir a Japón, solo quería aprender, tengo curiosidad por el idioma. - Y le conté mi historia.

* Ahh, ya entiendo, Corazón quiere aprender, pero cabeza no puede.

Me sonreí, mi sensie en su remendado castellano graficaba lo que me sucedía. Luego me pidió que no me rindiera, que siguiera estudiando. Yo tenía la voluntad, pero el hecho de ni siquiera haber escuchado el idioma era un limitante para mí. Sus palabras fueron como un bálsamo para mi alma, tan dolida por el fracaso. Ella comprendía que su deber era hacer que los alumnos aprendieran, y se sentía afectada en su orgullo personal. Que diferencia con lo que vivimos en el Perú, pense.

El siguiente ciclo regrese, volví a estudiar con otra profesora, pero esta vez si aprobé, Akamine sensei donde me encontraba siempre me ayudo. Su paciencia y dedicación desinteresada es una de los detalles que me mostró el lado humano de la docencia. Yo aprendí por ella. Aprendí a no rendirme y que siempre todos las personas tienen habilidades que hay que saber apreciar. Me enseñó a que el proceso de aprendizaje a diferencia de nuestra realidad debe incluye a dos personas, el docente y el alumno. Y que si hay alguna falla esta puede venir de alguno de los dos. Es decir: ella asumía su responsabilidad. Termino esta parte de mi historia con un: Arigatoo, sincero a quien me enseñó a enseñar.



ARIGATOO 2

Después de mucho batallar llegue al nivel A-6. Lo había logrado contra viento y marea.

De pronto me di cuenta de que iba a recibir mi diploma escrita en japonés, un diploma donde diría que yo, Pinto san había logrado pasar con mucho esfuerzo los seis niveles del idioma. Era época de Navidad y ese sería mi regalo personal.

De pronto me sentí a punto de tocar el cielo. Durante el tiempo que había pasado en el instituto logré que muchas sensei me tomen cariño. Llegue a tener una amiga por correspondencia en Tokyo con quien practicaba mi escritura mientras le escribía cartas.

Los tres exámenes fueron una victoria, 15, 17 y 18 sobre 20 hicieron que pensara ya como llegar a casa con mi diploma para enseñársela a mi madre. Quien me enseñaba ahora era Sakai sensei, ella era mucho mayor pero su alegría mostraba que la edad esta en el corazón.

Pero fue allí que llegó lo que nunca esperaba. Faltaba todavía el examen final, esa nota era sobre 100 y si aprobaba mi diploma podía considerarla colgada en la pared de mi sala. Pero sucedió lo inesperado, ese día se me nubló la memoria, sabía todo pero a la vez no sabía nada.

El día que nos devolvieron las pruebas el resultado fue duro: obtuve un puntaje de 46. Estaba condenado.

Con la mirada gacha escuchaba como la sensei resolvía la prueba, me sentía tan mal, la victoria se me había escapado de las manos, ya casi la había tocado pero el destino otra vez me era adverso.

A mi lado los murmullos sonaban con fuerza, era el único del salón que había desaprobado. Las miradas de esos ojitos rasgados taladraban mi honor.

De pronto la sensei terminó y dijo: Bueno ahora ya todos pueden pasar una buenas fiestas porque todos han aprobado.

De golpe todas las miradas se dirigieron a mi.

-Si, - dijo la sensei- no se asombren todos han aprobado, hasta Pinto san aprobó.

La risa explotó, ese: "hasta Pinto san" fue tomado como burla, ella prosiguió.

* No, no se rían. Ustedes no saben la historia de Pinto san. Él desde nivel A-1, viene todos los días temprano, hace sus tareas con mucho esfuerzo, Pinto san no tiene familia japonesa, él no quiere ir a Japón, el aprende porque desea saber.
* Pinto san, ha tenido este ciclo buenas notas, pero en último examen tuvo mala suerte. Pero para mi, él ha sido buen alumno, es por eso que yo lo apruebo. Pinto san, su esfuerzo yo lo reconozco. Yo lo apruebo– Tomó el corrector, borró la nota y la cambió por el promedio de mis exámenes.

Yo estaba helado, la emoción que sentí es algo difícil de describir. Un par de lagrimas bailaban en mis ojos tratando de no caer. Creo que nunca espere eso. Casi había llegado a la cima, me caí antes de llegar pero alguien me dio la mano. Increíble.

Sakai sensei falleció un año después. Ella nos decía que porque nos vamos del país. Que Japón nos da apoyo en becas no para que nos vayamos a vivir allá, sino para que aprendamos y regresemos a poner en práctica lo aprendido. Una frase que nunca olvidaré fue: "Como quisiera tener Japón un poquito de Perú". El Perú era para ella un país con el problema de que sus ciudadanos trataban de ser cada día menos peruanos. "Al peruano le fastidia ser peruano, en cambio el japonés orgulloso de ser japonés desde pequeño" decía.

Los años pasaron, dejé de estudiar japonés por razones económicas pero siempre lleve en el corazón lo que aprendí de todas las sensei. De todas maneras de vez en cuando surgía la pregunta de algún amigo ¿por qué estudiaste japonés?

Hoy siendo profesor de fotografía en la Universidad Nacional Agraria La Molina llegó al salón una becaria japonesa. Yuki san no sabe casi nada de español, pero tiene muchas ganas de aprender.

Cuando la veo a ella me veo a mi. Y estoy dándole la misma paciencia y compresión que me dieron mis buenas sensei. Ahora puedo recordar el japonés que estaba olvidando, y su presencia es un acicate para ser más didáctico y tratar de dar lo mejor de mi. La vida da vueltas. Paradojas del destino.

Si no hubiera pasado por el Instituto Cultural Peruano Japonés, creo que no comprendería lo difícil que es estar en un lugar donde se habla otro idioma. Allí aprendí muchas cosas: solidaridad y paciencia. Y recibí apoyo, cariño y comprensión. Si no hubiera pasado por allí no sabría la responsabilidad que adquiere el profesor con el alumno. En otras palabras "enseñar más con amor que con sabiduría" porque lo que se aprende con amor queda toda la vida, y ese es el fin de la docencia: que los alumnos aprendan.

Tal vez si Yuki no aprende fotografía le diré: "Yuki san, humildemente le pido disculpas por haber sido mal profesor". Les prometo que trataré que eso no suceda.

Han pasado muchos años, pero el recuerdo de Sakai sensie vive dentro de mi. Ahora si la tuviera de nuevo frente a mi le diria:

Sakai sensei: Ahora ya sé porque estudié japonés.

Domo arigatoo gozaimasu.

Oscar Pinto

10 comments:

  1. Ah, touché!
    Yo también la había leído muchas veces pero no sabía donde encontrarla...
    Gracias por copiarla. Volví a leer la historia de Pinto-san de cabo a rabo como la primera vez.
    Es muy interesante vivir en un país en que el esfuerzo puesto es más importante que el resultado obtenido. Total, aquí no te desean "suerte!" sino "ganbatte! esfuérzate!". Eso diche mucho de la cultura, eh? Cuán distintos somos!
    Ganbatte kudasai!

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  2. Hola Giancarlo ... Me gustó mucho tu post sobre "La cultura del ganbaru" ( http://desde-japon.blogspot.com/2006/01/la-cultura-del-gambaru.html ) ymientras lo leía se me vino el recuerdo de la anécdota de Oscar Pinto. Así que la verdad es que si no publicabas ese artículo, yo no hubiera publicado este ... touché.

    Ganbarimashou!

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  3. WOW! qué conmovedor... sobretodo porque nunca tuve un maestro que me insiprase de esa manera.

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  4. Hola Quique espero que te encuentres bien y en compañia de tus seres queridos. bueno mi nombre es jorge alberto y acabo de leer tu historia y me parece fabulosa, te felicito por el esfuerzo que hicistes para llegar a tu objetivo. una ves mas queda comprobado que cuando uno le pone empeño y dedicasion las metas son factibles de realizar, te cuento que me gustaria aprender estudiar el idioma japones y como lo acabo de leer en tu historia el aprendiseje de ese idioma lo describes como algo trajico. la verdad que me gustaria poder aprender, y si tu enseñas ese idioma alo mejor me podrias enseñar ahi te dejo mi correo para poonernos de acuerdo. bueno un gusto de a ver entablado esta comunicasion y estare pendiente de tu respuesta bueno me despido con un fuerte abrazo.

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  5. Carai.. he llegado aquí por casualidad y me ha emocionado tu relato.
    Espero que todo te vaya muy bien.

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  6. Hola Alberto, Adrián : Por favor tomen en cuenta que esta anécdota es de Oscar Pinto tal como menciono antes de relatarla. Pueden contactarlo a través de su página web : http://fotoves.espaciolatino.com/arigato.html

    Saludos
    Quique

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  7. bueno me encanto la experiencia de oscar y saben tambien me gusta el nijongo me gustaria aprenderlo solo se ciertas cosas y al leer esta anecdota me di cuenta que puedo estudiar el japones y me motiva a hacerlo
    gracias

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  8. Saludos amigo Quique, lo saluda Oscar Pinto Sánchez desde Lima PERU, el que escribio Arigatoo. Una experiencia personal.

    Vaya, vaya... la verdad que me impresiono ver que mi historia pues haya logrado perdurar en el tiempo, Arigatoo es una de las historias que siempre les leo a mis alumnos de la Universidad Agraria La Molina y hasta algunos sueltan una lagrimita.

    Gracias por mencionar mi nombre amigo Quique y espero que siempre luches por que desees lograr.

    Un sincero: Arigatoo y como siempre digo: estas cosas me dan la respuesta para Sakai Sensei... Ya se por que estudie japonés.

    Atentamente

    Oscar Pinto
    www.fotoves.com
    desde la Ciudad de Lima - PERU
    mi patria la más linda del mundo

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  9. Hola Oscar, muchas gracias por sus palabras. Estoy seguro que su anécdota ha tocado el corazón de muchas personas y me alegra que la transmita a sus alumnos , es de lo mejor que he leido en Internet.

    Saludos
    Quique

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  10. Hi!!!...

    Arigatou /arigatoo/ x colocar la historia =)

    Ohhh... uno se siente tan bien cuando aprende, pero mucho más cuando encuentra un(a) sensei /sensee/ que nos inspira estudiar =D

    Ganbarimasu /gambarimas/ ^^!

    gL


    p.s. dozo yorishiku onegaishimasu /dozo yorish-ku onegaishimas/
    http://www.studyjapanese.org/content/view/2/49/

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